Ciertamente, en sus inicios, la pandemia nos pegó con tubo particularmente aquí en Quintana Roo con el tema del turismo. Pero en esta segunda mitad del 2022, ya muy lejanos parecen los tristes días y lúgubres noches de cierres totales y pérdidas masivas de empleos.
Hoy, todo suena a recuperación y reactivación económica en el estado. Como osos saliendo de la cueva tras el invierno, los emprendedores están despertando con mucha hambre de crear nuevos negocios. Y aunque falta mano de obra para llevar a cabo todos los nuevos proyectos, usted habrá notado cómo por doquier brotan nuevas construcciones y fraccionamientos, se abren nuevos bares, fondas o restaurantes y aparecen desarrollos comerciales de los giros más variados.
Al mismo tiempo, las ocupaciones hoteleras pintan de maravilla al inicio de las vacaciones de verano y las aerolíneas internacionales han anunciado infinidad de nuevas rutas y conexiones con nuestros destinos para el invierno.
Pero además de toda esta bonanza que se respira en el ambiente, la actual administración estatal se encuentra en una especie de frenesí para inaugurar y echar a andar obras de infraestructura en las últimas semanas de su gestión muy de la mano con el gobierno federal y en algunos casos también con la iniciativa privada.
Particularmente en la zona norte del estado, la construcción del tramo cinco del Tren Maya, el puente de la laguna Nichupté, la remodelación del Boulevard Colosio y otras importantes vialidades, así como el sembrado de la tubería para traer el gas natural a Cancún, marcan el cierre del periodo de Carlos Joaquín así como el inicio de una nueva era para Quintana Roo con el arribo de la primera mujer gobernadora Mara Lezama.
Y a pesar de que las autoridades nos han advertido que habrá molestias y retrasos en la circulación, la mayoría de los cancunenses hemos tomado a bien estas decisiones y estamos dispuestos a sacrificar nuestro tiempo y nuestra paciencia en aras de tener una mejor ciudad que se acerque al nivel de progreso y desarrollo que merece un destino turístico de talla internacional.
Vienen pues, algunos meses de talacha, con maquinaria pesada regada en las principales avenidas, con tierra y polvo que se convertirá en lodo cuando lleguen las lluvias. ¿Qué más da? siempre y cuando esas obras se hagan como Dios manda y traigan beneficios a largo plazo.