Hay quien podría pensar de manera equivocada, que los mayas desaparecieron por completo al igual que los integrantes de otras culturas prehispánicas como los mexicas, los olmecas o los toltecas por citar algunas de las más representativas que florecieron en lo que hoy es territorio mexicano. Sin embargo, para fortuna nuestra y de la humanidad entera, los mayas siguen entre nosotros -en pleno siglo 21-, manteniendo su lengua, sus costumbres, tradiciones y cosmogonía distribuidos en al menos cinco estados de México y cuatro países de Centroamérica.
Si usted tiene la fortuna de visitar la zona maya, al sur de nuestro estado, notará de inmediato la gran diferencia que existe con los destinos turísticos donde la modernidad y la influencia del extranjero resultan avasalladoras. La gente vive aún en pequeñas comunidades que se rigen bajo muy antiguos principios y donde además conviven en gran armonía con la naturaleza.
La buena noticia es que incluso en Cancún -el primer y principal gran desarrollo turístico de Quintana Roo-, aún podeos encontrar manifestaciones recientes de esa gran civilización constructora de magníficas ciudades y templos que siguen maravillando a propios y extraños. Y le pongo un ejemplo que muchos ya conocen, pero que sobre todo los recién llegados encuentran como un enigma que les intriga y llama la atención. Me refiero a esa pequeña pirámide erigida bajo el puente vehicular que une al aeropuerto de Cancún con la Zona Hotelera.
Cuenta la leyenda que a principios de los 90 cuando se construyó esa obra, ocurrieron varios incidentes que impedían avanzar a los ingenieros. Fue entonces que algunos de los trabajadores locales, recomendaron levantar un monumento para honrar a los aluxes, pequeños seres que en la cosmogonía maya son celosos protectores de la selva a quienes se debe pedir permiso antes de ocupar o hacer uso de un determinado espacio, so pena de ser víctima de travesuras y hasta calamidades. Haya sido como haya sido -diría un clásico-, una vez construida la pirámide, el puente pudo ser terminado.
A la fecha, esa pequeña estructura permanece intacta y libre de cualquier acto vandálico a diferencia de muchos otros sitios en espacios públicos. Pero más aún. Hoy en día el sitio sigue siendo visitado por descendientes de los antiguos mayas o por personas que creen en sus tradiciones y por ello acuden para llevar todo tipo de ofrendas que van desde vino y cigarrillos, por si el alux o aluxes que ahí habitan son adulto, o juguetes como canicas si se trata de niños.
El tema es muy amplio y no alcanzaría esta columna para hablar de todo lo que hay detrás de estas costumbres y tradiciones. Por lo pronto le recomiendo ver en esta misma página web de www.aztecaquintanaroo.com el Reporte QR que preparé al respecto con ayuda de Lalo Sánchez, descendiente maya quien es un verdadero experto y que se ha dedicado a difundir todos estos conceptos como una forma de mantener vivas las tradiciones, costumbres y cosmogonía de los antiguos mayas.
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