El chicle maya, extraído del árbol del chicozapote en las regiones de Quintana Roo y Campeche, ha sido recientemente protegido con la **denominación de origen** por el Gobierno de México. Este reconocimiento resguarda la producción artesanal de chicle, que ha sido parte de la cultura maya durante siglos. A diferencia del chicle sintético, este es completamente natural, elaborado mediante un proceso sostenible que no daña los árboles ni el ecosistema.
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La **denominación de origen** es una herramienta legal que asegura la autenticidad del chicle maya, reconociendo sus características únicas y su vínculo con la región donde se produce. Esta protección también abre oportunidades comerciales para los productores locales, permitiéndoles acceder a mercados nacionales e internacionales con un producto que cuenta con el respaldo de su autenticidad y calidad.
En la selva de Solferino en Quintana Roo se produce el chicle maya
Hace unos días nuestro reportero y conductor de Fuerza Informativa Azteca, Jorge Berthely se adentró a la selva de Solferino, Quintana Roo. Ahí donde documentó la historia de “Don Nico”, uno de los últimos chicleros que quedan en la zona norte de Quintana Roo, quien ha contribuido en ser un pilar en la preservación de este oficio.
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Uno de los principales objetivos de esta protección es impulsar el desarrollo sustentable. La recolección del chicle no solo es respetuosa con el entorno, sino que también fomenta la conservación de los bosques tropicales donde crece el árbol chicozapote, protegiendo así la biodiversidad y contribuyendo a la lucha contra la deforestación. Esto resulta en un beneficio doble: se conserva el patrimonio natural y, al mismo tiempo, se apoya el crecimiento económico de las comunidades indígenas que dependen de esta actividad.
La denominación de origen también refuerza el valor cultural del chicle maya, una tradición que ha sido transmitida de generación en generación y que ahora cuenta con una herramienta adicional para su preservación. Con este reconocimiento, se asegura la continuidad de una actividad económica, cultural y ecológicamente valiosa, que destaca el compromiso de México con la conservación de su patrimonio y la promoción del desarrollo sostenible.
Así se conserva la tradición de la elaboración del Chicle Maya en la selva de Solferino en Quintana Roo
