El Sábado de Gloria -también llamado Sábado Santo-, 19 de abril en este año, marca el penúltimo día de la Semana Santa y forma parte esencial del Triduo Pascual. Esta jornada se sitúa después del Viernes Santo y precede al Domingo de Resurrección, un día cargado de significado y transición en la liturgia cristiana.
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¿Qué se Conmemora en el Sábado Santo?
Este día es dedicado a la memoria de la crucifixión y muerte de Jesucristo. Al mismo tiempo, evoca el profundo dolor de la Virgen María al contemplar a su Hijo crucificado. Sin embargo, el Sábado Santo no se limita al luto; también alberga la esperanza ferviente de María en la inminente resurrección de Jesús. Es un día de espera y reflexión antes de la celebración gozosa de la Pascua.
El Origen del Nombre: De Sábado de Gloria a Sábado Santo
Históricamente, este día era conocido como Sábado de Gloria. Esta denominación se debía a la antigua práctica litúrgica, donde hasta 1953 no se permitían Misas vespertinas para mantener el ayuno natural desde la medianoche. La Vigilia Pascual, la celebración más importante de la noche, solía llevarse a cabo por la mañana. El repique de las campanas anunciaba este “Sábado de Gloria”.
La Reforma Litúrgica, iniciada por el Papa Pío XII, permitió que la Vigilia Pascual se celebrara por la noche, ya que estaba prohibido oficiar Misa al mediodía. Posteriormente, Juan Pablo II promovió el cambio de nombre a Sábado Santo para enfatizar su carácter de silencio, luto y profunda reflexión antes de la alegría pascual. La cita bíblica de Juan 11, 25-26, “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente”,1 subraya la esperanza inherente a este día.
¿Cómo se Rememora el Sábado de Gloria?
Durante el Sábado de Gloria, las iglesias se abstienen de celebrar la Misa. Las campanas permanecen en silencio y no se administra ningún sacramento, con la excepción de la unción de los enfermos y la confesión de los pecados, ofreciendo consuelo y perdón en este día de recogimiento.
Muchos creyentes practican el ayuno como una forma de honrar la muerte de Jesús y prepararse espiritualmente para la conmemoración de su Resurrección.
Antiguamente, existía la costumbre de arrojarse agua, una creencia popular que asociaba este acto con la purificación del alma y el alivio de los pecados. Sin embargo, gracias a las regulaciones implementadas por diversos gobiernos para evitar el desperdicio de agua, esta tradición ha disminuido significativamente. En su lugar, muchas familias aprovechan el día para visitar playas o balnearios, disfrutando de un tiempo de esparcimiento.
La Vigilia Pascual: La Luz en la Oscuridad
Al caer la noche del Sábado Santo o Sábado de Gloria, da inicio la Vigilia Pascual, considerada la “madre de todas las Vigilias”. Esta solemne celebración conmemora la Resurrección de Jesucristo y evoca el pasaje bíblico de Marcos 16, 01: “Un grupo de mujeres llegan al sepulcro para terminar de embalsamar a Jesús, pero no encuentran su cuerpo. Luego, un ángel se aparece: ¿Buscan a Jesús el Nazareno? No está aquí. Ha resucitado. Decidles a sus discípulos que vayan a Galilea y allí lo verán”.
La Vigilia Pascual, que se celebra antes de la medianoche del Sábado Santo, se divide en cuatro partes fundamentales:
- Bendición del Fuego: La ceremonia comienza fuera del templo con la bendición de un nuevo fuego. De este fuego se enciende el Cirio Pascual, símbolo de Cristo resucitado, que es llevado al interior del templo iluminado únicamente por las velas de los fieles. Se entona el Pregón Pascual, un antiguo himno que proclama la alegría de la Resurrección.
- Liturgia de la Palabra: Se leen siete pasajes del Antiguo Testamento que narran la historia de la salvación, seguidos por salmos y cánticos del Nuevo Testamento, preparando los corazones para el anuncio de la Resurrección.
- Liturgia Bautismal: Se bendice el agua bautismal, se bautizan a los nuevos cristianos y la comunidad renueva sus propios compromisos bautismales, reafirmando su fe en Cristo.
- Liturgia Eucarística: Esta es la parte central de la celebración, donde los fieles, al comulgar, participan directamente del cuerpo y la sangre de Cristo glorioso y resucitado.
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