Isla Mujeres, localizada en la Zona Norte de Quintana Roo, frente a las costas de Cancún, guarda sus propios secretos, entre ellos, la Hacienda Mundaca, que se localiza cerca de la Punta Sur de la ínsula caribeña.
La historia de este inmueble tiene marcado el enamoramiento, así como el desamor y las acciones de un pirata, Fermín Mundaca, quien dejó dispuesta una tumba para él, pero no pudo ocuparla, pues falleció en Mérida, tras una enfermedad.
Asimismo, Isla Mujeres es un espacio que también cuenta con un vestigio arqueológico, que da al mar; en TV Azteca Quintana Roo te traemos este dato que seguramente te causará interés y aproveches alguna escapada para ir a conocerla.

Historia de la Hacienda Mundaca
Según datos del cronista de Isla Mujeres, Fidel Villanueva, el protagonista de esta historia, Fermín Mundaca, llegó a refugiarse a la ínsula alrededor de 1860, puesto que el hombre era un pirata y traficante de esclavos, que estaba siendo buscado por la justicia española y británica, a esta última se enfrentó en 1858.
Dos años después, se estableció en el ahora municipio, donde conoció una mujer nativa, a la que apodaban ‘La Trigueña’, enamorándose de ella de manera instantánea, y que posteriormente, causó que por su belleza, se inspirara en la construcción de una hacienda, que incluyó pozos, arcos y jardines extensos.
Pero no todo fue ‘miel sobre hojuelas’, puesto que la fémina lo rechazó de manera tajante, y de acuerdo con la leyenda de la hacienda, ella se casó con otro hombre, lo que causó un dolor inmenso en Fermín Mundaca.
Cuenta la historia que el pirata se aisló y tenía poco contacto con sus sirvientes y quienes llevaban los enseres a su hacienda, a que llamó Vista Alegre; mencionó además que poco se sabe sobre los sentimientos que guardó el hombre por aquella mujer que no quiso su amor, ni tampoco su casa.
Finalmente, el hombre mandó a hacer una tumba, pues pensaba descansar eternamente en tierras isleñas, pero cuando cayó enfermo, ya mayor, un amigo lo trasladó a Mérida, Yucatán, donde, después de un largo padecimiento, murió en 1880; su cadáver permaneció en tierras yucatecas y no se cumplió su deseo de reposar en el cementerio municipal.
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