Una de las Maravillas del Mundo creadas por el hombre se encuentra en Yucatán, México. Misma que es visitada por cientos de turistas años tras años y que preserva la cultura maya y abarca otras historia cómo la del dueño de Chichen Itza.
Lo cierto es que estás tierras no solo fueron de los mayas, quienes alguna vez la poblaron, sino con el tiempo fue cambiando de propietarios, uno de ellos el estadounidense Edward H. Thompson.
El estadounidense compró las tierras por 300 pesos mexicanos, mismas que tienen 15 kilómetros. Pero no fue el único, también fue propiedad de seis particulares y tres comunidades indígenas.
El último propietario fue Fernadno Barbachano, quien adquirió todos los terrenos y para el momento no existía en México el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Además, no era lo que hoy en día los turistas van a visitar, debido a que solo había monte y las pirámides, hasta que se desarrolló de tal manera que hoy es uno de los lugares más visitados del sureste mexicano.
Chichen Itza, propiedad de México
Ante la compra Fernadno Barbachano, se encargaron de crear hoteles por la zona, con accesos exclusivos a las pirámides y zona arqueológica, siendo entonces de un gran interés para turistas y visitantes.
Para el 4 la Suprema Corte de Justicia de México, reconoció que se trataba de una propiedad privada. Para el 2006, las tierras pasaron a Hans Thies Barbachano, nieto de Fernando Barbachano.
Incrementa visita de turistas a la Península de Yucatán
No fue hasta el 2010, cuando finalmente el gobierno de Yucatán, logró por medio de un acuerdo histórico que contemplaba la adquisición de las hectáreas que correspondían a la totalidad del vestigio maya y sus alrededores, por lo que no hubo necesidad de una expropiación.
El abogado Thies Barbachano, Gabriel Abdalá, argumentó para el medio El País, que “no veo sentido a expropiar porque no es una causa de interés público”. Su premisa es que las ruinas pertenecen al Gobierno federal y el INAH, por lo que ya tienen potestad sobre su conservación y custodia, así como del cobro del acceso.